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de CACERÍAS Eso que oigo sonar que precede el movimiento del cuerpo de la boca de la lengua eso puede ser el poema debe ser el poema un lenguaje inhabitado interminable y breve brevísimo como un búho que se para a ver breve brevísimo y sin embargo eterno y sin embargo abarcando la noche y sus costuras silenciosas ojos amarillos que son flechas sin arco disparadas hacia cualquier distancia. Eso debe ser el poema en infalible cacería.
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  LA CARENCIA   Ocupada en el día cada día en el espesor de las horas barajo papeles planillas guardapolvos el programa los protocolos las vacunas la pediatra. Corro. No puedo sino correr donde piso acomodo una baldosa en su hueco junto aire con la boca para hacerlo más rápido voy a volver a correr voy a volver a llegar tarde entonces grito empujo voy empujando las horas todo el día. No puedo sino empujar. Ocupada en el día todos los días quiero saber que la carencia nace de los días corridos y por correr que no es mía que nomás me aparece me viene como un aluvión de tristezas que me sé de memoria que se me viene porque los días y el protocolo y las tareas de mis hijos que se me viene sin querer y me asalta como un lince. Un lince, dije pero quería decir un león. Me ocupo de todo. Tengo la paciencia de una arará antes del temporal me ocupo de todo pero no quiero más que saber de mi lengua del paisaje de agua que es mi
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  ELEGÍA   Pienso en la muerte.   Imagino el último silencio de mis abuelos el último color de los ojos un balbuceo opaco cuando ya empezaba a aletear la sordera de lo ido para siempre. Ni el padre de mi madre Ni el padre de mi padre tienen cuerpo para mí. Muertos desde hace tanto. Todavía no han sido viejos les bullía la vida, pienso, como a mí ahora los hijos corriendo la casa sin terminar llegar a fin de mes de sol a sol, hasta fin de mes.   Pienso en la muerte y pienso en mis abuelos. Debo esforzarme para recordar sus nombres: Ramón. Ubaldo. Cómo puede alguien que muere tan pronto hacerle crecer más edades a la sangre? Cómo se es nieta de alguien que está muriendo desde antes de nacer-me? Qué forma tienen las manos que ya no amansan caballos que ya no peinan el bigote que no pueden tocar siquiera la transparencia del tiempo? Si no pueden contar los años Si no tienen voz los muertos Si no huelen a nada Nos encontramos en
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de RONDA  --- Mi primera sangre a los diez años. Una guirnalda de fuego en medio de la niñez corona chiquita como mi nombre pendulaba en el borde opaco del invierno. Fue una celebración para mi madre y mi padre me regalaron flores una luz intermitente de alegría de dolor el tallo reverdecido de mi género. Mi primera sangre en una tela con puntilla y dibujos de colores. En la tele, María Soledad Morales y yo sin entender que las correspondencias entrampan que crecernos la cuerpa es como saltar las vallas sabiendo que hay que caer y que a veces, sólo a veces, hay flores del otro lado.
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 SIEMPRE ES DE NOCHE Y LLUEVE     -    XIII   Quiero pensar a veces saber que este demasiado silencio es una seña una brazada del amor que levanta el viento en cámara lenta.   Me pregunto cuánto dura una brazada de tu amor a lo lejos desde un río quieto desde un monte circular de plena tarde tu amor silencioso tu amor pastando como un ciervo que no se deja más que mirar.   Estar o no estar mirándote en el monte quiero pensar a veces saber devolver o no la seña la brazada la paciencia con que te sumergís en el día como si fuera en mí quiero pensar a veces que es en mí donde se astillan los espejos las lagunas preciosas de tus ojos donde me veo buscando hambrienta en mí tu voracidad escondida tu tan silencioso amor a brazadas. Pensar a veces saber agitar con un viento lo que se alarga lo que suelta el silencio.
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 SIEMPRE ES DE NOCHE Y LLUEVE     -    X   Pude haberte nombrado. Haberte dicho, por ejemplo, que no es normal quererte así con los pies helados y la boca ardiendo. Pude haberte nombrado mejor. Pude haberte avisado que de noche tiemblo por temor a los ratones y a la voz seca de los poemas viejos. No sé por qué no te dije ni tu nombre ni mi hambre cuando llega el atardecer y las chicharras se esconden o cuando el bicherío pide agua en el enjambre húmedo y bullicioso de la tarde en los veranos de por acá. Pero cómo decirte estas cosas mientras pienso en tu espalda si vas a notar que temo a los nombres porque no me animo a darles lugar en el cuenco anhelante que llevo por lengua y también a los ratones y al silencio del poema que olvido y a dormir con los pies afuera al amparo de la noche sin cobija ni cobijo sólo por decirte algo?
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SIEMPRE ES DE NOCHE Y LLUEVE    -    III Me besa como si acabara de llover. Me habla como si acabara de llorar. Me mira como si el rebaño hubiera huido de su corral hacia las montañas. Me busca la piel como si temiera al agua. Me ríe como un loco triste. Me empuja como si soltara cuervos. Me dice que sí. Me dice que a veces. Me niega que no. Yo me voy a quedar tan quieta bajo su nombre que me confundirá con la hierba
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  El fondo de la olla   Hace ruido el cucharón contra el fondo de la olla. Golpea en paredes secas como en una campana. Y en la casa de al lado será igual, piensa, mientras revuelve. Y en la otra también, campana seca. Y en cada casa de por acá, sabe. Hay viento afuera viento de primavera de malvones y polen esparcido. Afuera hay viento y gurises que corren y se embisten cabeza contra cabeza como chivos topadores en el corral del barrio. Adentro, tumba profanada el estómago del hijo y otra tumba en el menor y otra más en la mujercita más grande y otra tumba en su panza donde salta apenas uno sin nombre. El ruido del cucharón en la olla levanta los pájaros que duermen en la canaleta hace temblar las telarañas. El ruido del cucharón en la olla seca retuerce las tripas retuerce los trapos viejos del hambre donde la madre clava las uñas y la bronca donde la madre esparce el dolor y sala sala como se sala el puchero la garganta arrugada de
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de Las estaciones   Tienen razón los toritos: en lo espeso del césped hay rumor de aventura.
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  FORMAS DE SER   Hay un cuerpo que soy cuando la noche pesa y el sol no se hace espacio. Un cuerpo que huele en los costados de la casa secretos ajenos silencios que leudan la humedad y la sombra pacientemente puestos a crecer por algún desconocido. Hay un cuerpo que soy sin manos ni boca ni lengua que es sólo piel mezquinada vuelta hacia sí como el revés de un guante. En las paredes hay moscas y ojos y los ahuyenta con un péndulo como si bastara les pone nombres los conjura ese cuerpo que soy no quiere ojos sobre sí ni moscas ni el constante murmullo de una casa tomada por los que no hablan. Hay un cuerpo que soy que puebla otros cuerpos como una planta parásita como un clavel del aire. Este cuerpo es mío a veces esa piel es mía a veces esos silencios, no. Hay otro cuerpo que soy cuando la noche es liviana y el día respira como un conejo en mi falda nervioso y delicado oliendo el pulso que viaja desde mi corazón a mi sexo. H