ELEGÍA Pienso en la muerte. Imagino el último silencio de mis abuelos el último color de los ojos un balbuceo opaco cuando ya empezaba a aletear la sordera de lo ido para siempre. Ni el padre de mi madre Ni el padre de mi padre tienen cuerpo para mí. Muertos desde hace tanto. Todavía no han sido viejos les bullía la vida, pienso, como a mí ahora los hijos corriendo la casa sin terminar llegar a fin de mes de sol a sol, hasta fin de mes. Pienso en la muerte y pienso en mis abuelos. Debo esforzarme para recordar sus nombres: Ramón. Ubaldo. Cómo puede alguien que muere tan pronto hacerle crecer más edades a la sangre? Cómo se es nieta de alguien que está muriendo desde antes de nacer-me? Qué forma tienen las manos que ya no amansan caballos que ya no peinan el bigote que no pueden tocar siquiera la transparencia del tiempo? Si no pueden contar los años Si no tienen voz los muertos Si no huelen a nada Nos encontramos en
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