SIEMPRE ES DE NOCHE Y LLUEVE - X
Pude haberte nombrado.
Haberte dicho, por ejemplo,
que no es normal quererte así
con los pies helados
y la boca ardiendo.
Pude haberte nombrado mejor.
Pude haberte avisado
que de noche tiemblo
por temor a los ratones
y a la voz seca
de los poemas viejos.
No sé por qué no te dije
ni tu nombre
ni mi hambre
cuando llega el atardecer y las chicharras se esconden
o cuando el bicherío pide agua
en el enjambre húmedo y bullicioso de la tarde en los
veranos de por acá.
Pero
cómo decirte estas cosas mientras pienso en tu espalda
si vas a notar que temo a los nombres
porque no me animo a darles lugar en el cuenco
anhelante que llevo por lengua
y también a los ratones
y al silencio del poema que olvido
y a dormir con los pies afuera
al amparo de la noche
sin cobija ni cobijo
sólo por decirte algo?
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